miércoles, 17 de agosto de 2011

Texto sacado del libro "Un vasco en el Uruguay" de Carlos. M. Larralde



"Para mí una planta en flor es como una familia. El tronco y las ramas son los padres; las flores representan los hijos.

Allá, en un villorrio, yo era flor en una planta con flores; y un día, una carta de América, me arrancó de la planta y, todavía sangrante, me colocó en un barco con otros elementos. En aquel florero flotante formábamos un ramo los inmigrantes. Un ramo triste, silencioso, sufriente y lloroso, de flores arrancadas de la familia y enviadas a marchitarnos muy lejos de nuestra tierra.

Un ramo sin cohesión, formado por seres extraños que solo teníamos de común el dolor y el destino; unidos por las lágrimas derramadas en el silencio de la noche; que no podíamos aportarnos el consuelo mutuo porque todos estábamos desconsolados. Sabíamos que nunca más veríamos a nuestros padres, hermanos y amigos; en adelante nada de caricias y de alegrías. Ibamos a tierra extraña a convivir con seres desconocidos que ya tenían ubicados o destinados sus afectos. Triste suerte la del inmigrante y la mía........"

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