martes, 20 de octubre de 2009

Los trabajos de la casa


La vida en el pueblo no era fácil, por eso nuestros antepasados se veían en la necesidad de hacer todo tipo de trabajos y de fabricar lo que después habían de consumir; antes no había tantas máquinas, ni electrodomésticos, ni tiendas donde comprar lo necesario, por tanto, estaban obligados a autoabastecerse. Ellos sabían hacer el pan, hilar, tejer, coser las ropas, hacer carbón, cultivar la tierra etc. Indudablemente era gente con muchos conocimientos, aunque escasamente reconocidos, que han vivido así durante siglos y siglos hasta casi nuestros días.
Las casas se abastecían con sus propios productos, gracias a la huerta, donde se recogían todo tipo de verduras y a los árboles frutales: manzanos, nogales, ciruelos y a la carne, los huevos y la leche. Los pagos se realizaban en especie o se intercambiaban los excedentes cuando había algo en abundancia y escaseaba otro producto. Hay que tener en cuenta que, hasta hace poco, la economía prácticamente ha sido de trueque.
Las etxekoandres, mujeres dignas de admiración, además de cuidar los hijos, realizaban los trabajos de la cuadra y ayudaban en los del campo. Una de las tareas más costosas era la de lavar la ropa. Antes de la traída de las aguas a las casas se lavaba en el lavadero del pueblo, anteriormente había que ir al río. Se solía hacer la colada al finalizar la semana,
También el jabón se hacía en la propia casa, para su elaboración se recogían todos los restos de sebo y grasas sobrantes, se ponían a hervir con sosa, se removía bien, y al cuajar se formaba el jabón. Con la ropa blanca se hacía la colada. El proceso era el siguiente: en una caldera grande se colocaban unos palos cruzados en la base y encima se ponía la ropa que se deseaba blanquear, todo se recubría con una arpillera y encima se depositaba ceniza del fuego. Posteriormente, se iba echando poco a poco agua caliente, que iba filtrándose; de este proceso salía lejía que también se aprovechaba. Según cuentan vecinos del valle, ese día los niños de casa se lavaban pies y manos y se quedaban muy suaves.
En todos los pueblos la fuente era un punto de relación especialmente para las mujeres, allí se juntaban en animada conversación, portando la rada o ferreta donde transportaban el agua. Para acomodarla en la cabeza se colocaba un rodete o trapo relleno de lana llamado burute.

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