Quien mira el mar puede acabar viéndose a si mismo. El horizonte infinito en vez de dispersarnos nos concentra y nos interioriza como si los espacios inmensos y profundos del mar y los de nuestra conciencia fuesen los mismos.. Pero nuestra mirada también es prospectiva. Ante el mar fluyen los proyectos...
Y parece que del mar podrían llegar los imposibles anhelados. Podría aparecer en el horizonte el barco que traiga lo esperado en secreto
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